Atardeceres que se funden con lo verde y lo vivo. Aquí el sol acaricia la tierra como tú acaricias mi vida: con calma, con raíz, con fuerza.
Formas pasajeras que el viento dibuja en el cielo. Así son los pensamientos cuando pienso en ti: cambiantes, suaves, infinitos.
Destellos que iluminan todo a su paso. Me recuerdan que contigo cualquier sombra se disipa y todo cobra brillo propio.
La hora en que el sol se viste de oro. Para mí es el reflejo de lo valiosa que eres, la joya más brillante de mis días.
Luz y oscuridad jugando a encontrarse. Como nuestras heridas y nuestras alegrías, que juntas forman algo hermoso y real.
Atardeceres en medio del concreto. Incluso en la prisa del mundo, siempre encuentro un instante de paz que me conecta contigo.
Atardeceres que escapan a cualquier categoría.